lunes, 15 de octubre de 2012

Cuando estuvimos sin Presidente


Cuando el país quedó sin Presidente, gobernaron las lágrimas de papá. Él veía la juramentación con los ojos de sus orejas, pues el tiempo y la diabetes le han carcomido los otros.
En el lapsus en que el Presidente saliente entrega la ñoña y juramentaban al nuevo, nos sentimos en libertad, sin nadie que nos gobernara. Por eso las lágrimas de papá corrieron libres, sin reproche, aunque después el muy macho diría que era agua que tenía en los ojos inservibles. Pensé en los acueductos que había prometido el mandatario en su discurso y me sorprendí de que ya estuvieran funcionando. Por eso también lloré, pero lo hice cuando el elegido levantó la mano derecha para privarnos de la libertad.  Entonces me volví rebelde y tomé las armas para pelear contra su régimen de palabras. No respeté ninguna regla gramatical y le entré con rencor a su arenga mentirosa.  

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