martes, 23 de abril de 2013

¿La Feria del Libro o la pela de Correa?



 A las 6:20 minutos, con un ¡ay! General y la boca desorbitadas de las más chismosas (cuando uno de los representantes del Ministerio de Cultura confunde a la Vicepresidenta con la Primera Dama de la República) comienzo el conteo regresivo del acto inaugurar de la XVI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2013. Pero el desliz es sólo una desactualización en el pensamiento del funcionario, porque ese era el cargo ocupado por la aludida recientemente.

Las presentaciones, aplausos y el protocolo se comieron los próximos 20 minutos.
Eran las 6:43 cuando el poeta José Mármol baja por el pasillo rojo a recibir de manos del Presidente Medina el reconocimiento que éste año le hizo el Ministerio de Cultura. 
“Sabe que éste tiguere es loco con las Harlys” me suelta Héctor (mi amigo escritor) por dentro del túnel que ha formado con sus manos, por miedo a que se pierdan las palabras. “Tiene flow de eso” repito mecánicamente, pero Héctor no lo oye, porque como un mosquito la frase muere aplastada por las ovaciones al poeta.
La ceremonia se extiende por la noche de abril como una tela de araña. Todo queda dentro de su red, la música ecuatoriana, el cabello largo de sus hombres, la vestimenta de sus mujeres, las presentaciones nacionales… y al final (cuando los mandatarios abandonan sus puestos en la mesa de honor y se unen al público) los abrazos y besos hipócritas que se aferran a las mejillas y espaldas como manos hambrientas.
A las 8:09 los periodistas asechan echados contra las columnas que aquietan el techo. Dos o tres sujetos se asoman por el balcón del segundo piso del Teatro Nacional. Un capitán vestido de civil se les acerca con radio en mano para decirles que no pueden estar ahí.  
8:15 los periodistas hambrientos bostezan y ruegan que salgan los mandatarios. 

8:17 el Economista Temístocles Montás inicia la presentación de “Ecuador de la Banana Republic a la No República”, el  libro de Correa


8:50 Montás sigue hablando y parece haber olvidado que él no es la figura principal de la noche. Igual le da tres pitos. Antes de que comprenda esto debe desglosar el concentrado que hizo con la inspiración de Correa, que ahora luce asueñado sobre el mueble blanco en que lo han sentado. Parece que los encargados de protocolo tenían idea de lo extenso que es Montás.
Cansado de la violación a los “derechos humanos”, como después Correa catalogaría entre risa la perorata de Montás, salgo a tomar aire menos contaminado. Un francotirador de flases prepara su rifle oscuro para asegurarse de que todo esté listo cuando los mandatarios salgan. Desliza la cámara sobre el slider y mira por el objetivo como si en realidad se tratara de un fusil. Ahora el capitán parecer haber bajado la guardia.
Unos 15 minutos después, me acerco al capitán del que he olvidado el apellido. Está atento detrás del muro del balcón de la izquierda. La cabeza brillosa sobresale en la sensual oscuridad.   Abajo escucho la fuente meando corros azules.
A las 9… un fuerte aplauso me hace regresar al lugar desde donde esperaba las palabras de Correa. Pero todavía no le tocaba al mandatario. A pesar de eso la gente lo reclamaba con sus palmas y echaban a Montás. Finalmente sube Correa al pódium haciendo un gesto de qué ya no hay que decir, “Montás lo ha dicho todo” interpreta la gente.  No obstante el sacrilegio, de su paladar dulce podemos recoger algunas frases que caen a nuestros oídos sedientos como frescas uvas.
“Nunca se ponen etiquetas feas a los más grandes abusos”
“Si lo que he escrito aquí logra indignar a un solo joven habré logrado mi objetivo”.
Correa, conocedor del derecho humano y del respeto que debe tener por éste, es breve y deja que los aplausos y los ¡ayes! Completen las cosas que por falta de tiempo no se pudieron concluir. 

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