miércoles, 21 de octubre de 2009

Ella

Ella estaba ahí

Quieta

Como la estatua de Diana

Que al propio Olimpo arrodillaba.


Sus piernas eran dos columnas

Que al universo soportaban.


El negro de su vestimenta

Desmentía el blanco de su cara.


Los mechones de pelo

Por verse en su mirada peleaban.


Sus manos como siluetas

Al compás de la música bailaban.


Sus labios al abrirse

La gloria me mostraban.


Las dos codornices que sus ojos imitaban

Alzaron el vuelo posando en mi alma.

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