miércoles, 16 de mayo de 2012

Celebrar el recuerdo


No podía darme el lujo de que las niñas de sus ojos continuaran vírgenes, sin la violación de mis letras atrevidas, sin un poema que desnudara su pureza y aprovechara al máximo la suavidad de su piel. Que traspasa la sensibilidad de su decoro. Que luche por entender lo que dicen aquellas gemelas inquietas.
De alguna manera tenía que descubrir lo que guardaban. Tal vez una ilusión o cosas incontables. ¿Travesuras de niñas o de mujeres expertas?
Quería entenderlas, pero cuando me miraban de frente, olvidaba todo y aparecía el patético respeto (que de ninguna manera hubiera sido otra cosa) pues sentía tanta admiración por su extraña belleza que jamás hubiera irrespetado sus formas celestes.
Recorrí una y otra vez sus cuerpos pequeños de infantas posesivas. Los ensalcé en poemas, lloré al musicalizarlos y me sentí defraudado por tan vagos recuerdos, más aun, no dejé de elogiarlos.
Por eso festejo sus aniversarios, no por ruborizarlas o enamorarlas. Parecen tan infantiles que solo celebro su recuerdo. Lo más hermoso de una época terrible que a pesar del tiempo es mía como esta poesía impropia y su poder de convertirnos en gusarapos divinos renegados a la humanidad.
Por  lo mismo subo a su cielo. Una vez al año. O a otros cielos, pues desde que emprendí su camino no hay retroceso, y en vez de menguar su altura, asciendo a órbitas superiores desde donde me miran ojos enamorados. 

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