jueves, 14 de junio de 2012

Tiene que haber otro cielo


Para Luz Eneida Reyes (Nenela) y Margarita Williams Reyes

Para esta gente tiene que haber otro cielo. Pues no deben caer junto con todos quienes toman para sí la causa ajena. No es posible ajustar en los escaques de la suerte a servidoras como ellas.  
Margarita y Nenela, son ángulos diferentes de la vida. Prototipos extintos… Extraños residuos  de una generación erradicada por el amor propio.
No me conformo con saber que desaparecerán en la inmensidad de los días sin que se recuerde su trabajo desinteresado.
Aprendieron ese oficio en la casa, aunque para ellas la palabra casa tiene otra connotación. Nunca se sabe con certeza a qué se refieren cuando tratan el tema. Por momentos da la impresión de que es el lugar al que nunca le cierran la puerta y donde reciben a todo el que toca, pero de pronto están los milagros, como ángeles custodios… Entonces  te das cuenta de que sus palabras son  alegorías de algo muy superior a eso.
“No te busques problemas conmigo muchachito”, decía doña Nenela, con una sonrisa burlona, cuando en su casa me ofrecía a pagar alguna de las cosas que consumía.
Margarita era un duendecillo bonachón extraviado –de eso estoy seguro–. Sus escasas cien libras se paseaban por la casa sin el menor ruido. Con una dulzura empalagosa se preocupaba hasta el extremo por el visitante.
Por eso repito “Tiene que haber otro cielo” o me negaré a subir los peldaños de la vida por donde se pasearán sus almas nobles. 

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