jueves, 20 de diciembre de 2012

La breve eternidad



A Camila Dujarric

Me senté lejos para imaginar sus ojos verdes clavarse en mi piel tostada que a la distancia debía antojársele una oscura nube entorpeciendo el destello de su sol.
¡Qué brillo!!qué fuego!¡qué mirada! No sé porqué digo sol, si más bien, eran dos esmeraldas engastadas en el mármol de su cara.
Esa noche la cree, la eternicé y la amé apenas conociéndola. Fue tanto el amor que despertaron en mí sus pupilas que al no poder deshacerme de ellas, reviven en mi alma agigantadas como olas de un mar futurista.  
También me contó aquella noche de sus antepasados, del África, Israel, España y tanta idiosincrasia que no pude retenerla toda.
Hablamos  sólo esa vez (una corta y miserable vez), pero bastó para que sus verdes astros iluminen la eternidad de mi memoria. 


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