jueves, 3 de enero de 2013

Año Nuevo


Las mesas repletas de vasos borrachos se bebían las voces añejas que desaparecían en el horizonte del ruido.
Los ojos cansados ya no bailaban, se elevaban como pesados telones sobre la inmensidad del cansancio.
Un dios aplaudía sobre el tambor del piso, donde los pies cían como gotas de agua a la velocidad que imponía la música
Muchachas con ojos ardientes de alegría despilfarraban los últimos minutos del año.
No había por qué estar tristes, excepto por la nostalgia que se llevaba el difunto.  
A medianoche todos moríamos; el año, los sueños, las risas, la magia, el tiempo, la poesía...

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