Rosanna, me encanta cuando volteas los mundos de tus ojos y te
arrojas en mis brazos. Cuando olvidas
que eres carne y te haces seda. Cuando siento la naturaleza de tu luz traspasar
mi alma. Cuando comienzo a deambular tus cielos.
Cuando todo gira en el átomo del mundo porque eres su
núcleo. Cuando tu cabello y mi imagen son apenas flecos de un destino
migratorio.
Desde entonces nada es igual, porque se despiertan tus pestañas y alzan el vuelo hasta mi destino. Horas después, semiinconsciente, no lucho, escasamente respiro. Ya no quiero saber si me he despertado o si sigo girando en tus sueños enormes.
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